lunes, 2 de marzo de 2009

EL ACUERDO DE “ASOCIACIÓN” (AdA) UNIÓN EUROPEA (UE)-COMUNIDAD ANDINA DE NACIONES (CAN)
Raúl Arroyave Arango, Periódico de la CUT, Bogotá, febrero 15 de 2009
A pesar del congelamiento del TLC con los Estados Unidos, la presión de gobiernos poderosos y multinacionales omnipotentes por la apertura y la liberalización comercial de nuestros países sigue sin pausa. El pasado mes de octubre, Uribe Vélez, aprovechó la cumbre de la APEC en Lima para firmar el TLC con Canadá y, luego de participar activamente en la disolución de la CAN, se apresta a iniciar una de tres rondas con la UE que deberán concluir en la firma de un TLC con el viejo continente.
Por los probados impactos negativos que estas políticas tienen para el futuro de la nación colombiana hemos considerado pertinente, desde nuestro periódico “INFORMATIVO CUT”, —en dos entregas— denunciar las ominosas andanzas del gobierno en tan antinacionales designios, a la vez que convocamos a la más resuelta lucha y movilización por la defensa de la soberanía y la autodeterminación nacional.
INTRODUCCIÓN
La cumbre de los pueblos de Mar del Plata en el año 2005, significó el entierro del proyecto imperialista del ALCA que apuntaba a la creación de una zona de libre comercio desde Alaska hasta la Patagonia bajo la égida de los Estados Unidos. Esto fue posible por la movilización y resistencia que los más amplios sectores sociales y políticos realizaron en todo el continente y por la oposición de muchos gobiernos de orientación democrática que en la región se negaron a seguir al pie de la letra las imposiciones gringas y levantaron, de una u otra forma, banderas de soberanía nacional y de defensa de sus mercados internos.
Ante este evidente rechazo a su primera estrategia, los Estados Unidos no tuvieron más remedio que acudir a la firma de TLCs bilaterales con los gobiernos más dóciles de la región y entrar de esta manera en un camino lleno de obstáculos para coronar su propósito de dominación. Tal es la historia que a partir de entonces se vivió en países del istmo centroamericano, así como Perú y Colombia.
En este último caso, las presiones para negociar el leonino TLC estuvieron mediadas, de una parte, por las amenazas de arrebatarles las prerrogativas arancelarias del Aptdea, concedido desde la década del 90 del siglo pasado, como supuesto estímulo para la costosa, depredadora y sangrienta lucha antinarcóticos, y de otra, por la permanente y abierta conspiración para disolver la Comunidad Andina de Naciones (CAN), creada en 1969, sobre la base de un arancel externo común y la disposición de que toda modificación a los reglamentos y resoluciones constituyentes de la misma deberían tomarse por el mecanismo del consenso entre los países miembros.
ANTE LOS TLCs DE ESTADOS UNIDOS LAS ANDANZAS DE LA UNIÓN EUROPEA.
Entretanto, la UE venía jugando sus cartas fundamentales para la liberalización comercial en la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Paralelamente, los europeos, a la vez que suscribían acuerdos comerciales con los países de su viejo imperio colonial en África y Asia, entendieron que no podían quedarse por fuera de la competencia en América Latina y el Caribe. Bajo estas perspectivas, la UE firmó con México un Acuerdo de Asociación Económica en 1997 y otro con Chile en 2003.
El gobierno y el capital español han sido la punta de lanza de esta ofensiva en América Latina, aprovechando, no sólo las ventajas de los vínculos idiomáticos y el conocimiento que le daba la vieja historia de dominación colonial sobre el hemisferio, sino también el hecho irrefutable de que España había sido tomada por el capital de las potencias europeas, cuando forzaron su integración a la UE en 1986, corrigiendo el aislamiento en que había estado durante la dictadura franquista, profundizando los procesos de privatización y concentración monopólica de sus más importantes compañías y encontrando en América Latina las condiciones para obtener grandes lucros, aprovechando la apertura y liberalización impuestas en el continente por el consenso de Washington, que instauró el neoliberalismo en nuestro hemisferio.
Con tal cometido, en 1999 se realizó en Río de Janeiro la Primera Cumbre de Jefes de Estado de la UE, América Latina y el Caribe. A esta le siguieron cumbres similares en Madrid, 2002; Guadalajara, 2004; Viena, 2006 y Lima, 2008. La Europa neoliberal y sus grandes trasnacionales han estado al acecho de una oportunidad en este hemisferio para lograr acuerdos de libre comercio y por lo cual han visto como una oportunidad de oro para tal fin las crecientes dificultades que han tenido los Estados Unidos para imponer sus TLCs.
LA PRIORIDAD DE LA NEGOCIACIÓN BLOQUE A BLOQUE ENTRE LA UNIÓN EUROPEA Y LA CAN
Desde la Cumbre de 2006, se manifestaron las intenciones de iniciar negociaciones con la CAN. Posteriormente, el Parlamento Europeo aprobó la directiva de negociación de un acuerdo entre la CAN y la UE, en la que se sugiere “…La elaboración de un Mandato Negociador, la realización de negociaciones entre bloques, el otorgamiento de un trato especial y diferenciado para la CAN y el avance de las negociaciones, independientemente del resultado de la ronda de Doha de la OMC”
Los alcances de esta decisión fueron precisados en marzo-abril de 2007 cuando el Parlamento Europeo aprobó el Mandato de Negociación de un AdA CAN-UE, que buscaría un contexto similar a la “…Expansión de los acuerdos bilaterales de los Estados Unidos, y la propuesta de un ALCA liderado por Estados Unidos (…) y la celebración posterior de un Acuerdo Global Interregional denominado Zona Euro-Latinoamericana de Libre Comercio, “contrapunto al ALCA, a más tardar en el año 2010”
Esta determinación de la UE es correspondida por la CAN mediante la decisión 667 de junio de 2007. En septiembre de ese año se inició la primera ronda en Bogotá. Estas negociaciones continuaron hasta que la cuarta ronda de julio de 2008, que fue cancelada unilateralmente por la UE por la exacerbación de las dificultades, ante a imposibilidad de los países miembros de la CAN para presentar una propuesta conjunta y por las justificadas reacciones de rechazo absoluto que produjo en los países de América Latina la directiva europea sobre migraciones aprobada en junio de 2008. La bien denominada “Directiva de la vergüenza” es la última prueba que faltaba para demostrar que al igual que en los TLCs, el tratado UE-CAN, busca sólo garantías para la libre circulación de mercancías y capitales y todas las restricciones posibles para la movilidad de las personas.
DE LA RETÓRICA HUMANISTA Y DEMOCRÁTICA A LA CONQUISTA DE UN TLC A CUALQUIER PRECIO
La Europa Neoliberal, fiel a su hipócrita conducta de envolver sus tropelías colonialistas en la retórica humanitaria de una asociación, le agregó a los AdA la cláusula de “Cooperación y Diálogo Político”, para poner un matiz democrático que contrastara con la brutalidad y arrogancia con que los Estados Unidos han pretendido imponer los TLCs en su patio trasero.
El “Diálogo político” abarca asuntos de debate como gobernanza, derechos humanos, derechos laborales y políticas anticorrupción y la “Cooperación” pregona la integración, la cohesión económica y social, y la lucha contra las drogas ilegales. De hecho, la “Cooperación” sólo ha sido en proyectos que convengan a las necesidades estratégicas de la UE como las obras de infraestructura y el “Diálogo político”, se ha convertido en el ariete para socavar los “inconvenientes” procesos democráticos en el continente, imponer más apertura y liberalización, a la vez que se engatusa a muchos dirigentes sindicales y organizaciones de trabajadores que, ingenua o conscientemente, caen subyugadas ante tal palabrería socialdemócrata.
La realidad es que ante los atascos de la ronda de Doha de la OMC, los AdA han devenido en tratados OMCplus. No sólo se trata de tomar como piso para la negociación todas las concesiones que ya fueron otorgadas a Estados Unidos en los TLCs de la región, sino que asuntos duros como inversión extranjera, competencia, facilitación del comercio, propiedad intelectual y compras públicas, conocidos como los temas de Singapur, que habían dado al traste con los propósitos liberalizadores de la ronda de Doha de la OMC, han resurgido como eje de las negociaciones UE-CAN.
Se debe entender que la Europa de la UE es también una potencia neoliberal, cuyos monopolios se rigen por los mismos parámetros de rapacidad y saqueo que los norteamericanos y que sus políticas apuntan a la liberalización de los mercados de servicios como agua, energía, transporte público, información y telecomunicaciones; amén de otras demandas como eliminar barreras para el movimiento de capitales, barreras arancelarias y no arancelarias al comercio, lograr mayor acceso y protección jurídica para los inversionistas europeos y liberalizar el acceso a recursos estratégicos y a contratos públicos.
DE LAS ASIMETRÍAS Y DIRECTRICES NEOLIBERALES DE LA UE
Y aunque se hable de transiciones y plazos que tengan en cuenta las asimetrías, lo cierto es que el plazo final es de diez años para lograr la liberalización absoluta, tras el cual todos los países signatarios quedarán en igualdad de condiciones. Algo imposible. Se trata de una UE conformada por potencias económicas que amasaron sus fortunas con el saqueo colonial desde las épocas de la acumulación originaria del capital, enfrentadas a países que hace apenas 200 años estrenaron su autonomía nacional y que no pudieron consolidar su independencia por el predominio del neocolonialismo norteamericano a lo largo del siglo XX. De hecho, las cifras son incuestionables sobre el abismo de desarrollo existente: mientras la UE tiene 27 países, 480 millones de habitantes, un PIB superior a los 15 billones de dólares y un PIB per cápita de 31.800 dólares; la CAN, está conformada por 4 países, con 97 millones de habitantes, un PIB de 280 mil millones de dólares y un PIB per cápita de solo 2.887 dólares.
La carta de navegación de la UE en esta materia está consignada en el documento “La Europa global: competir en el mundo” aprobado en octubre de 2006, “Para reforzar la competitividad europea y aprovechar las oportunidades derivadas de la apertura internacional (…)De esta forma, la política comercial de la UE podrá responder a los objetivos de crecimiento y empleo de la estrategia de Lisboa, y al mismo tiempo hacer frente al reto de la globalización”.
Una ligera lectura del documento nos permite encontrar “linduras” como estas, que no dejan duda alguna sobre cuáles, en verdad, son los designios de la UE para los pueblos de América Latina: “Aún no vivimos en un mundo sin aranceles(…) Más que nunca, Europa necesita importar para exportar. Eliminar las restricciones en el acceso a los recursos tales como la energía, los metales y escoria, materias primas incluyendo ciertos productos agrícolas, cueros y pieles, debe ser una prioridad absoluta(…) Los nuevos Acuerdos de Libre Comercio deben tener como objetivo el grado más elevado posible de liberalización comercial, incluida una amplia liberalización de los servicios y la inversión (…) Los servicios son la piedra angular de la economía de la UE (…)La liberalización del comercio global en servicios es un factor de importancia para el crecimiento económico futuro(...) los contratos públicos es otra área de un gran potencial, aún no explotado, para los exportadores de la UE”.
Es el neoliberalismo sin tapujos, es la UE sin la máscara humanitaria. Que nadie se llame a engaños, especialmente en el mundo sindical. Esta determinación de la UE corresponde plenamente a una situación caracterizada por el drástico recorte de derechos a los trabajadores europeos, por la abolición de las viejas políticas de asistencia social por parte del Estado en el viejo continente, de las chovinistas y abiertamente xenófobas leyes antiinmigración aprobadas allí, por la necesidad que tienen los monopolios de la UE de ganar nuevos mercados para contrarrestar la tendencia decreciente de su cuota de ganancia y por los efectos devastadores que la actual crisis del sistema capitalista mundial apenas comienza a padecer. Tal es el escenario en que los AdA UE-CAN piensan aprobarse y tales los retos de lucha, resistencia y movilización que se le presentan al movimiento obrero y popular. Debemos por tanto, como trabajadores afectados, obrar en consecuencia.

No hay comentarios: